lunes, 25 de febrero de 2019

Descubriendo Cuba


Sí, porque si bien  ya había ido a Varadero y a La Habana, había estado casi todo el tiempo metido en dos hoteles que para nada reflejan la realidad de  Cuba. Esta vez fuimos a casas de familias, y la cosa cambia.
Si ustedes van a Cuba buscando el paraíso socialista no han comprendido nada.  Ahora,  si van buscando  el infierno tampoco entendieron.  Cuba es un país lleno de contradicciones como cualquiera.  Hay una sola cosa en la que casi todo el mundo está de acuerdo en Cuba, el Che. El ganó la guerra. Fidel era el líder, pero la guerra la ganaron el Che y Camilo.  En realidad hay otras cosas en las que, casi todo el mundo,  está de acuerdo: educación y salud  pública, y  de calidad  y para todos.  Hay otras cosas, montones en las que no todos están de acuerdo. Por ejemplo los sueldos son muy bajos (los servicios públicos también son muy bajos, pero eso no todos lo ven). Hay muchísima burocracia y eso es un problema de años en Cuba. Yo recuerdo que Silvio Rodríguez hablaba de eso hace como veinte años, lo llamaba algo así como “el bloqueo interno”. 
También es verdad que hay diferencias, digamos, de “clases” a la Cubana. El tema es que hay  dos monedas: el cuc y el cup. El primero es para el turismo, y para los que trabajan para el turismo. El cup es para el resto de la gente.  Entonces  el que gana en cuc, obviamente esta mejor que el que gana en cup. La explicación  de por qué se creó el cuc es bastante simple.  Cuando cae la URSS,  Cuba salió a buscar divisas de otro lado. Entonces inventaron los hoteles que son 50% privado y 50%  público.  Ahora bien, había ahí un bloqueo y todavía hay. La cuestión era qué hacer con los dólares que entraban a Cuba, pero obviamente no podían cambiarse en un banco norteamericano. Los bancos europeos cobraban el 20% para poder cambiarlos. Un cuc vale 80 centavos de dólar, es decir 1 dólar,  menos el 20%. Porque los cubanos tienen eso, tienen imaginación, donde hay un problema algún cubano te inventa una solución. Hay dos autos rotos, pues lo juntamos y hacemos uno que ande bárbaro. Hace falta un colectivo, agarran un camión le ponen asientos y ahí va la guagua. Que no hay GPS, los tipos se inventaron una App igual,  que anda sin WI-Fi, hasta con la tipa que te habla. En realidad esta App no sé si es cubana, pero ese es el espíritu.
Llegamos a La Habana el 31 de Diciembre, un día antes de la conmemoración del triunfo de La Revolución. En la casa que alquilamos, como casi todas las casas que alquilamos, había televisión satelital. Yo vi como desde un canal de Miami convocaban a los cubanos a vestirse de negro como protesta. Al otro día vi a dos cubanos, que capaz no eran cubanos, vestidos de negro. Digo esto para los que dicen que están aislados del mundo. Vi muchas cosas en Cuba. A la gente le gusta hablar y hablan con fundamento todos, los que están a favor, los que están en contra, los que están en el medio. Todos hablan con fundamento, eso para mí es un logro de La Revolución. Es su educación.  Lo que pasa, me parece, es que para ellos después de 60 años ven la educación y la salud como algo natural y van por otras cosas, lo cual me parece bárbaro.  También  algún cubano se quejó de que todo es del estado, lo cual no está mal tratándose de un país socialista. Y tampoco es todo del estado. Hace, relativamente poco, pero han empezado a permitir emprendimientos privados, sobre todo con el turismo. Restaurants, pequeños hospedajes, y también hay pequeños negocios donde, por ejemplo, venden los teléfonos celulares que los parientes les mandan de afuera.  Porque eso también es una realidad,  en cada familia hay alguien que se fue por diversos motivos. En los últimos veinte años, básicamente, los motivos son los económicos como en toda América Latina. Lo que pasa es que ellos no pueden salir del país caminando.
Es verdad que hay un relato de La Revolución, como en todos los países del mundo hay un relato. Por ahí a ellos se les nota más. También hay un relato del otro lado.
Vi muchas cosas en Cuba. Vi el socialismo y vi la fe. Mucha fe y muy variada. Católicos, metodistas, judíos, musulmanes y muchos cultos afro-cubanos, etc. Vi y escuche mucha música y mucho arte. Vi las casas de la Trova y las casas de la música, los centros culturales. También vi gente que  no esta tan bien. Lo que no vi es gente comiendo en la basura o durmiendo en la calle. Vi el machismo de los cubanos, pero también vi el incipiente colectivo LGTB. En realidad no tan incipiente, por ejemplo, el centro cultural “El Mejunje” en Santa Clara acaba de cumplir 10 años, y es un lugar emblemático de ese colectivo. De hecho, la nueva constitución que están cambiando ahora, habla de la cuestión de la identidad de género.
También vi gente que deja su profesión para hacer algo más rentable. Pero para eso no hace falta ir a Cuba.
El imposible pensar Cuba con la lógica del capitalismo. Pero si abrimos un poquito la cabeza, no están tan mal.
Y ahora voy a contar cómo me sentí yo como discapacitado en Cuba. Hay muy pocas cosas adaptadas, salvo la ciudad de Cienfuegos que está un poquito más adaptada.  Ahora bien, la falta de accesibilidad se compensa con la solidaridad del pueblo cubano. Y no es compasión, es otra cosa. Es tener en cuenta al otro simplemente, que no es poco. Yo agradezco la no compasión.
Disculpen por hablar tanto de política,  pero es imposible hablar de Cuba y no hablar de política. Y disculpen también si no soy tan objetivo, es que Cuba no se lleva bien con la objetividad y yo tampoco.
Un cubano dijo que Fidel era muy inteligente y que él estaba en todo y no delegaba, y eso termino haciéndole mal al país. Raúl empezó a cambiar eso, empezó a delegar. Empezó a no estar en todo y ahora Díaz-Canel, un tipo mucho más joven,  sigue los cambios. Pero que quede claro, cualquier cambio en Cuba, será de Cuba, de los cubanos que están en Cuba. No de los tipos que convocan a vestirse de negro.


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