miércoles, 10 de septiembre de 2014

Corrigiendo a Haroldo (con todo cariño)

Este es uno de los mejores cuentos de Haroldo Conti “Las doce a Bragado” o tal vez sea que me toca de cerca porque uno de los “muertitos” que se le aparecían al Tío Agustín era mi tátara abuelo. El tano Minervino que para Haroldo y para todo el mundo, tocaba la gaita. Ahí va la corrección: el tano era tano y no tocaba gaita, tocaba algo muy parecido que se llamaba zampoña, que de todas maneras es una especie de gaita (recordemos que España ocupó el sur de Italia 500 años).  O sea, esto es una excusa mía para homenajear a Haroldo y a mi tátara abuelo, es para que lean el cuento.

“Otra vez el tío iba para el Círculo Obrero donde estaba cambiando el esterillado de las sillas y no pudo seguir de la Avenida Alsina, pues se tropezó con la procesión de Nuestra Señora del Carmen, con el padre Doglia debajo del palio y los tanos Minervino y Visiconti tocando la gaita a la cabeza, todos muy de solemnis sobre la calle de tierra mientras las campanas de la iglesia batían a fiesta bien pulsadas por el viejo Santiago, gordas palomas de bronce por el aire limpio de la mañana” (Las doce a Bragado” Haroldo Conti)

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