Hoy es el Día Internacional de las Personas con
Discapacidad, o de la Discapacidad o como quieran llamarlo. También es el día
del Médico, lo cual, por lo menos en mi caso, es una paradoja. Es como si fuera
el día de los “presidiarios” y de los “guardia cárceles” a la vez. Insisto, por
lo menos en mi caso. Yo le debo mi condición a un médico. Es verdad, no fueron
todos, otros se ocuparon de romperme las pelotas hasta el día de hoy, y otros
pocos me hicieron sobrevivir. La pregunta es ¿hoy tenemos algo que festejar? Los
médicos sí, pero nosotros no. ¿Qué podemos festejar? Si lo comparamos con cómo
estábamos en la antigua Grecia y …está bien, por lo menos ahora no nos matan.
Pero que falta… falta y mucho. Todavía no logramos salir del modelo médico –
asistencial, a pesar de la Convención Internacional sobre los derechos de las
personas con discapacidad, que ya está siendo cuestionada, pero todavía no se
pudo poner en práctica en ningún lado. A pesar de que está en las
Constituciones, los códigos, las leyes. Todavía tenemos que pedir por favor los
medicamentos, los elementos que precisamos, los apoyos. Tenemos que implorar,
llevar montones de papelitos ridículos para
demostrar que nacimos, o que en muchos casos, la mayoría no vamos a mejorar. Así
que hoy no hay nada que festejar, en todo caso, es un día de reflexión y lucha.
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